Leyes y sentencias injustas no quitan el sueño a legisladores y jueces
De nuevo Piero Calamandrei (1889-1956) nos enseña algo más en su libro "Elogio de los jueces escrito por un abogado": el pretexto del silogismo
“… Hay en la plaza un ahorcado, condenado a muerte por el juez. La sentencia ha sido ejecutada; pero la sentencia era injusta, el ahorcado era inocente. ¿Quién es el responsable de que se haya asesinado a aquel inocente? ¿El legislador, que en su ley estableció en abstracto la pena de muerte, o el juez, que la ha aplicado en concreto?
Pero el legislador y el juez, uno y otro, encuentran el medio de salvar
su alma con el pretexto del silogismo.
El legislador dice: —No tengo la culpa de esa muerte, puedo dormir tranquilo; la sentencia es un silogismo del que he construido tan sólo la premisa mayor, una inocua fórmula hipotética, general y abstracta, que amenazaba a todos, pero no hería a nadie. Quien lo ha asesinado, ha sido el juez, porque él ha sacado de las premisas inocuas la conclusión mortífera, la lex specialis que ha ordenado la muerte de ese inocente.
Pero el juez dice a su vez:
—No tengo la culpa de esa muerte, puedo dormir tranquilo; la sentencia es un silogismo, del cual no he hecho yo más que extraer la conclusión de la premisa impuesta por el legislador. Quien lo ha asesinado ha sido el legislador con su ley, que era ya una sententia generalis, que también comprendía la condena de ese inocente.
Lex specialis, sententia generalis: así, legislador y juez se cargan el uno al otro la responsabilidad; y pueden dormir uno y otro, tranquilamente, mientras el inocente oscila en la horca…”.
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