"... Cuestionario para un examen de conciencia de un magistrado al final de su carrera:
- ¿Nunca me ha ocurrido, mientras me parecía estar convencido de la culpabilidad del imputado, darme cuenta de pronto que empezaba a considerarlo inocente al saber de quién era hijo?
- ¿Nunca me ha ocurrido, al decidir una litis, no poder apartar de mi mente las opiniones políticas, o la fe religiosa, o los parentescos, o las amistades, de la parte a la que luego se le dio la razón?
- ¿Nunca me ha ocurrido en la misma audiencia, para
invitar a dos testigos a que
se sentaran delante de mí, emplear para cada uno de ellos una fórmula distinta: para uno “tenga
la bondad de tomar asiento” y para
el otro “ siéntese”?
- ¿Nunca me ha ocurrido, al dictar una sentencia, pensar
sin querer en las consecuencias que, de dictarla en esa forma y no en
otra, podían seguirse para mi ascenso o mi traslado?
- Dulce y tranquila vejez la del magistrado
jubilado que, a todas estas preguntas, puede contestar: - Nunca...".
Piero Calamandrei (1889-1956) "Elogio de los jueces escrito por un abogado"